ABUELOS MUNDI

Ensayos viajeros alrededor del mundo

 

Este ensayo es el resultado de años de minuciosa observación sobre la vida diaria en la ciudad de Denia (Alicante); está escrito con la habitual mirada crítica del autor, sin renunciar en ningún momento a la ironía y desenfado que lo caracterizan.

No debería catalogarse como libro de viajes, a pesar de lo cual su lectura podría aportar información de utilidad práctica a cualquier persona interesada en conocer la ciudad y su comarca sin los clichés habituales.

Sus opiniones son sinceras y directas, basadas en su propia experiencia, a veces como actor y otras como espectador, escritas desde el respeto por lo diferente; se nota que no habla de oídas sino que responden a sus vivencias. Naturalmente podrán ser más o menos acertadas, pero son las suyas y aportan su visión sobre cada aspecto que comenta.

Como su público objetivo es escaso, limitado a familiares, amigos y personas cercanas que lo aprecian, se siente libre de expresarlas como le apetece porque ya saben cómo se las gasta y lo que pueden esperar de su prosa. Relájate e intenta disfrutar con su lectura, no te enfades si algo no te gusta, no refleja tu punto de vista o no se ajusta a la realidad, siempre tan subjetiva; en caso necesario recuerda el acertado verso de Campoamor «En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira».

   

En este libro, cuaderno de viaje con transfondo personal, el autor nos ofrece su particular visión del milenario Camino de Santiago y lo hace basándose en su propia experiencia como peregrino circunstancial y algo descreído pues, aunque no lo ha comenzado por iniciativa personal sino por acompañar a Lola, su querida compañera de toda una vida, a medida que avanzan hacia el destino final también lo va haciendo suyo.

El relato es un reflejo fidedigno de las vivencias ocurridas en el duro camino que los va acercando por etapas hasta la plaza del Obradoiro en Santiago de Compostela, de las hermosas tierras que atraviesan y de las gentes con las que comparten efímeros momentos existenciales, la mayoría de grato recuerdo, de los que quiere dejar constancia escrita para no olvidarlos.

El elegido por esta pareja de marchosos sexagenarios ha sido el denominado Camino Francés, largo y dificultoso las más de las veces, y para llevarlo a cabo han preferido repartir el esfuerzo a lo largo de varios años, prudente estrategia con la que esperan poder alcanzar su objetivo en algún momento del futuro; de momento han llegado hasta O Cebreiro, lo peor del Camino ya ha pasado.

Como en el resto de su obra escrita, su público objetivo es de ámbito reducido limitándose a la familia, amigos y personas cercanas que lo aprecian y sabrán valorar el esfuerzo que supone afrontar tan singular aventura y luego contarla. Vaya a todos ellos su agradecimiento por su comprensión.

   

En esta ocasión el autor nos adentra en las curiosidades de la vida diaria en distintas ciudades del sur norteamericano a las que los azares del destino lo han llevado en numerosas ocasiones permitiéndole experimentar cosas que desconocía.

La razón principal de estos viajes hay que buscarla en su ámbito más estrictamente familiar y personal antes que en motivaciones turísticas de las que el autor carece más allá de sus lugares habituales de descanso, pues no nacen de un postrero deseo aventurero de conocer el mundo sino para fortalecer sus necesidades afectivas.

En otras ocasiones los viajes fueron profesionales o de ocio entre los que destacaría la visita a la universidad de Stanford y a Silicon Valley en San Francisco o una semana de contenido laboral en Miami y en el plano deportivo los maratones de Nueva York y Chicago, lugares que causaron en él una viva impresión pero sin llegar a profundizar en su interior como le ocurre durante los viajes familiares en los que el contacto con el «american way of life» ha sido más prolongado y analítico.

Por otra parte, escribir este libro forma parte del proceso de acercamiento continuado de unos abuelos hacia sus queridos nietos norteamericanos, una manera de sentirse más cerca de ellos a pesar de la distancia.

   

Como si de un haiku se tratase el autor intenta describir, con algo más de diecisiete silabas pero apelando al mismo espíritu poético y concisión literaria de aquellos, lo que ha ido descubriendo en sus recientes estancias en el país origen del sol. La razón de estos viajes hay que buscarla en su ámbito estrictamente familiar y personal antes que en motivaciones turísticas de las que el autor carece más allá de sus lugares habituales de descanso, pues no nacen del deseo por conocer mundos remotos sino para fortalecer sus necesidades afectivas.

Así como la poética del haiku se basa en el asombro y la emoción que produce en el poeta la contemplación de la naturaleza, el apasionante contacto con la milenaria cultura japonesa desde su estrecha perspectiva occidental, ha generado en el autor un deseo irreprimible de plasmar la experiencia en un libro con el que poder expresar y compartir su fascinación.

Por otra parte, «Viajes al Japón» no deja de ser un método literario de acercamiento de unos abuelos hacia sus queridas nietas niponas, aunque madrileñas de nacimiento, como forma de sentirse más cerca de ellas y servir de puente de unión entre ambos mundos, tan diferentes y parecidos como alejados geográficamente.

No se trata por tanto de un libro de viajes, ni tampoco es un relato intimista sobre la indudable complejidad de las relaciones a distancia, tan solo es un compendio inacabado del día a día en el Japón de hoy visto sin prejuicios y con mucha curiosidad, incluyendo algunas pinceladas de folclore local para darle sabor a un guiso que podría seguir condimentándose a fuego lento en el futuro con ocasión de nuevos viajes.

   

Tomando como punto de partida del relato el origen ciertamente engañoso de su apellido, el autor nos lleva esta vez de paseo por Italia, país con múltiples referencias españolas por nuestro pasado histórico común, y nos cuenta su experiencia italiana apoyándose en los distintos viajes que ha tenido la suerte de realizar por el norte, centro y sur de la península transalpina.

Al ser estancias de poca duración, si bien intensas en emociones, debidas tanto al trabajo como al placer, no ha tenido tiempo para profundizar lo suficiente en el alma italiana, aunque a él no le importe demasiado porque tampoco es de mucho profundizar y lo que no conoce o no está seguro lo consulta en internet que todo lo sabe para salir del paso. Con su ayuda documental, la duración de los viajes no ha sido impedimento para que nos trace una radiografía de urgencia y corto alcance de sus usos y costumbres, elaborando una idea globalizada de lo italiano extrapolada desde su corta experiencia individual, desde luego científico no será pero valiente un rato largo, con la que unos estarán de acuerdo y otros no, pero a otra cosa no puede aspirar con los medios a su alcance, cada vez más limitados por razones que no vienen al caso pero que se llaman jubilación y limitaciones psicofísicas de la tercera edad.

En esta ocasión no escribe el libro por razones de éxodo familiar como ha ocurrido anteriormente con los dedicados a Estados Unidos o Japón porque, a diferencia de sus dos hermanos mayores, la benjamina de la familia vive en Madrid aunque haya establecido relaciones diplomáticas con un ciudadano de Italia y ya se sabe que no hay dos (libros) sin tres. Déjate llevar por su prosa errática, con continuos flases retrospectivos y cambios de tercio que pensarás no vienen a cuento porque, por mucho que se empeñe el autor en despistar al incauto lector, el libro es de lectura rápida y mantiene constante un fino hilo conductor durante todo el relato, como es el caso del viaje realizado recientemente a Tívoli, alrededor del cual y de sus experiencias tiburtinas ha modelado el esqueleto central de la narración.